Badminton, the kingdom of “Princess” Carolina Marín in a sport almost unknown in Spain until the Huelva native arrived – Princess of Asturias Awards

Badminton, the kingdom of “Princess” Carolina Marín in a sport almost unknown in Spain until the Huelva native arrived – Princess of Asturias Awards

Un deporte surgido a finales del siglo XIX en la India durante la época del dominio británico en el país y que ha estado históricamente dominado por los asiáticos (chinos, indonesios, malayos…) hasta que una chica de Huelva llamada Carolina Marín irrumpió aparentemente de la nada para convertirse, en mi opinión, en la mejor jugadora de su historia. El bádminton está de moda en España y en el Principado, muy especialmente desde que se dio a conocer que Marín será distinguida con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes. Pero, ¿cuáles son los secretos de un juego casi desconocido para la mayoría hasta que despuntó la onubense?

Empecemos por lo elemental: el bádminton es un deporte de raqueta que se juega con un volante en el que se puntúa cuando este toca el suelo o el cuerpo del adversario, o bien se detiene en la red o se lanza fuera de la pista. En el bádminton, a diferencia de en el tenis o en el pádel, está muy extendida la modalidad de dobles mixto en el circuito profesional, lo que lo convierte en un deporte con un alto grado de igualitarismo, por mucho que aún quede un largo camino por recorrer en ese sentido, como sucede en todos los ámbitos de la sociedad.

Como si de una profecía se tratase, el bádminton fue olímpico por primera vez en Barcelona 92, quién sabe si anunciando el gran fenómeno que estaba por venir, la verdadera culpable del boom de nuestro deporte en España: Carolina Marín. He tenido la suerte de ir viendo crecer a Carolina. Los dos somos del mismo año, 1993, y hemos coincidido en todas las categorías inferiores. Lo que más destacó siempre en su juego es su gran competitividad en la pista, mostrando el carácter aguerrido que le permitiría empezar no solo a ganar muchos partidos, sino a comenzar una muy exigente rutina de entrenamiento que muy poca gente podría soportar.

Además de una máquina de competir, Carolina es, cómo no, una jugadora prodigiosa técnicamente. En categorías inferiores ya mostraba un enorme poderío en su remate, uno de los más demoledores del circuito, y con el tiempo ha ido añadiendo nuevos golpes para reinventarse como jugadora: nunca ha habido dos Carolinas iguales, siempre ha ido mudando su piel para ir un paso más allá en su juego en un deporte que cada vez se juega a mayor velocidad.

Como sucede en todos los deportes, con mayor intensidad si cabe en los de raqueta, el aspecto psicológico es fundamental, y Marín ha demostrado tener una mentalidad de hierro para superar obstáculos tan importantes como la primera grave lesión de rodilla que sufrió, una circunstancia que ahora debe enfrentar de nuevo después de romperse cuando estaba a un paso de colarse en la final de los últimos Juegos Olímpicos.

La dimensión de Carolina para nuestro deporte trasciende lo deportivo. En un país sin tradición en el bádminton como es España, que surja una jugadora así es, aparte de un milagro, una bendición. Antes de Carolina, en nuestro país no había conocimiento táctico ni técnico ni métodos de entrenamiento modernos. En lo económico, su impacto ha sido colosal, atrayendo patrocinadores y poniendo el foco en un deporte tan minoritario que aún podría haber aprovechado más y mejor el tirón de una jugadora irrepetible.

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