Que el ciudadano asuma un rol de ser pensante, que se ponga de acuerdo en algunas cosas con otros seres pensantes y que todos ellos juntos tomen las riendas de las sociedades en las que viven fue, quizá, la principal idea en la que ayer coincidieron tres jóvenes intelectuales que se reunieron en Oviedo para debatir sobre algunas temáticas abordadas con profusión por el escritor y pensador canadiense Michael Ignatieff, quien este próximo viernes recibirá el Premio “Princesa de Asturias” de Ciencias Sociales.
“Somos incapaces de ponernos de acuerdo en asuntos muy básicos, y esto se ve incluso en las comunidades de vecinos”, destacó Marta Peirano, periodista de “El País” y experta en tecnopolítica.
A juicio de Diego S. Garrocho, profesor de filosofía moral de la Universidad Autónoma de Madrid y jefe de opinión del periódico “ABC”, un problema nuclear de las sociedades contemporáneas es que “nos hemos olvidado de cómo disentir en público de una manera pacífica, constructiva y educada, que es un punto fuerte de la democracia liberal”.
Carlota García Encina, investigadora en el Real Instituto Elcano, echa de menos aquel “yes, we can” (sí, podemos) con el que Barack Obama alcanzó la presidencia de Estados Unidos en 2008. “Ahora, Kamala Harris habla más de libertades individuales. Tendemos a no mirar los problemas comunes, sino a mirar hacia dentro, hacia nosotros”, indicó.
Las redes sociales y las plataformas “te dan un menú condicionado por unos algoritmos que quieren algo de ti”
La ética, la sociedad como proyecto colectivo, las relaciones internacionales o las implicaciones de la revolución tecnológica son objetos de reflexión frecuente en la obra de Ignatieff (Toronto, Canadá, 1947), en cuya trayectoria figura el haber sido presidente del Partido Liberal de Canadá y líder de la oposición de su país.
El coloquio protagonizado por los tres ponentes citados estuvo moderado por el profesor de filosofía Eduardo Infante y tuvo como escenario la antigua Escuela de Artes y Oficios de la Fábrica de Armas de La Vega, uno de esos pabellones rescatados a la ruina y la maraña burocrática y que aún conserva en sus vetustas paredes lemas como “el trabajo todo lo vence”, “un lugar para cada cosa y cada cosa en un lugar” o “el trabajo y la honradez dignifican al hombre”.
Al inicio del acto, al contemplar muchas sillas ocupadas, Infante se felicitó de que “la filosofía convoque a tanta gente, a tanta buena gente, en tiempos en los que el algoritmo premia la estupidez”.
Marta Peirano recomendó informarse a través de medios de comunicación y no de redes sociales y plataformas “que te dan un menú condicionado por unos algoritmos que quieren algo de ti”. Carlota García Encina hizo hincapié en la “crisis de los medios de comunicación tradicionales locales” y en la “utilización malvada” de las grandes redes sociales. Diego S. Garrocho exhortó a los ciudadanos a “saber distinguir entre un activista y un periodista”.
En relación con la dialéctica entre los nacionalismos y el proyecto europeo, Peirano y García Encina coincidieron en destacar que la invasión de Ucrania ha supuesto un notable impulso para la cohesión de la UE. Entre tanto, Garrocho, pese a definirse como “europeísta convencido”, advirtió del crecimiento de “un euroescepticismo inquietante” e instó a preguntarse “en qué tienen razón” los adversarios de la unidad. En la construcción europea “no hay hoja de ruta”, apostilló el profesor de la Autónoma de Madrid.