Inside the Lebanese soccer team linked to Hezbollah: “They defend those who have protected them from Israel”

Inside the Lebanese soccer team linked to Hezbollah: “They defend those who have protected them from Israel”

El fútbol sirve para explicar el mundo, porque está íntimamente relacionado con la política y la sociedad. En el caso del Líbano, país que vive uno de sus peores momentos históricos, el análisis a través del balón es significativo. El Al Ansar FC es el club más laureado y está relacionado con la comunidad sunita (el 31% de la población). El Salam Zgharta, con la confesión cristiana (31%) y el Al-Ahed con los chiíes. Este último es el único equipo que ha ganado un gran torneo continental, la AFC Cup, el equivalente a la Europa League, de la que también fue finalista la pasada temporada. Se conoce comúnmente como el ‘Castillo Amarillo’, un color que comparte con Hizbulá, el grupo paramilitar musulmán que está en confrontación directa.

Un equipo refundado que se ha convertido en potencia

Más que una casualidad, prueba una relación que ha sido investigada por el Centro de Información sobre Inteligencia y Terrorismo Meir Amit (ITIC) vinculado a la Inteligencia de Israel. “Desde su creación, Hizbulá ha estado muy activo entre los jóvenes chiítas a través de fundaciones e instituciones. Es el caso de la Movilización Educativa, los Scouts Iman al-Mahdi y la Movilización Deportiva. Como parte de esta amplia actividad, empezaron a controlar el Al Ahed FC. Durante los últimos años han tenido grandes logros, como la liga y copa libanesas, además de la AFC Cup de noviembre de 2019. Este equipo se utiliza como un medio para aumentar la popularidad de Hizbulá”, recoge un informe, en el que se dice que Hassan Nasrallah, líder del grupo armado asesinado en septiembre por las fuerzas israelíes.

A Hezbollah battle tank with an Al-Ahed flag. / ITIC

El Al-Ahed fue fundado en Ouzai en 1964, un distrito de Beirut que, como el resto de la capital libanesa, ha sido objeto de intensos ataques por parte del estado hebreo. A diferencia de anteriores crisis, como la de 2006, el ataque está afectando a todo el territorio libanés. El crecimiento del Al-Ahed solo se entiende paralelamente al auge de Hizbulá, quien participó por primera vez en unas elecciones en 1992. El club al que está vinculado llegó por primera vez a la máxima categoría en 1996.

Consiguió su primer título de liga en 2008 y completó tres temporadas sin perder un solo partido (2010, 2018 y 2022), con el punto culminante que alcanzó en 2011, cuando ganó el póker de títulos del Líbano: Liga, Copa FA, Copa Élite y Supercopa, algo que ningún otro club había sido capaz de aglutinar. Un desarrollo reciente e inédito en la historia de una institución que tuvo que disolverse en 1982 tras la invasión de Israel en la conocida como primera guerra del Líbano.

Cuadros de Hizbulá en el despacho del presidente

Lo hizo con el nombre de Nejmet Al Ahed Al Jadeed, que significaba “La Estrella de la Nueva Alianza”. Diez años después se quedó en simplemente ‘Al Ahed’ (‘El Pacto’), porque sus líderes querían un significado coránico. Tiene un estadio en propiedad, cerca del Aeropuerto Internacional Rafic Hariri, con capacidad para apenas 2.000 personas, pero los partidos grandes los juegan en otros campos de Beirut. Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, acusó al club, durante la Asamblea General de la ONU de 2018, de ocultar misiles en su feudo, de ahí su infrautilización durante estos años. Gebran Bassil, el Ministro de Asuntos Exteriores libanés, negó estas acusaciones.

En su investigación, el ITIC cita un artículo publicado en ‘The Guardian’, quien llegó a entrevistarse con Mohammad Assi, presidente que dirigió la refundación, quien se habría declarado “oficial deportivo”. El periodista encargado de firmar la noticia, James Montague, informaba que había visto una bandera de Hizbulá y una foto del ayatolá Jomeini, padre de la revolución de Irán, colgadas en la pared de su despacho, así como imágenes de Hassan Nasrallah, líder de Hizbulá.

“Además, Tamim Sleiman, el presidente posterior, es miembro del Colegio de Abogados de Beirut, quien mantiene relaciones con el grupo más allá de un contacto profesional. Prueba de ello es una reunión que tuvo con Hajj Abu Mustafa Haida, comandante regional de Hizbulá”, añade el informe al que ha tenido acceso este diario, quien también contacta con una fuente familiarizada con el día a día del Al Ahed. “La mayoría de sus seguidores comparten las ideas o siguen a Hizbulá porque forman parte de la comunidad chií. Son un grupo que tiene mucha fuerza en el país. Todo lo que envuelve a los aficionados y directivos muestra una relación”, comentan desde el entorno del fútbol del Líbano.

Una televisión afín y supuestos exfutbolistas combatientes

Para entender la relación del club con el grupo político y paramilitar, considerado como una organización terrorista por Reino Unido, EEUU y otros países, hay que preguntar sobre la permeabilidad de Hizbulá en la sociedad. “Un grupo terrorista al uso mata a sus propios vecinos. En el Líbano hay gente que piensa que es lícito apoyar a los que a su vez les protegen de Israel incluso de una posible invasión”, explica una persona que ha vivido en primera persona la situación de excepción que se vive en la región de Oriente Próximo. La organización armada desarrolla un estado paralelo en el sur del país, la zona de mayor conflicto, y donde los símbolos del grupo, junto a fotos de mártires, son frecuentes en las carreteras.

Solo un muro separa las dos realidades que ahora se enfrentan y cuyo último episodio ha sido un ataque con drones que dejó este domingo 67 heridos. Viajar a la parte meridional supone atravesar un laberinto de controles de seguridad. Sin embargo, una llamada a la persona correcta pueda abrir las puertas de lo que parece infranqueable. Y algunos de esos contactos útiles están relacionados con el Al Ahed, un equipo que, pese a su éxito deportivo, tiene una masa social inferior, pero muy comprometida, con respecto a otros de los grandes clubes de la región. “Llegas a un punto que es territorio de la ONU, plagada de cámaras, con banderas a uno y a otro lado del Líbano e Israel para marcar de quién es cada territorio”, apunta un informador del Líbano, un país en el que el fútbol está paralizado debido a la amenaza diaria que es la vida en sus calles, a la que se han echado familias que han perdido su casa.

Ofrecimiento de un título de liga del Al-Ahed a Nabil Qaouk, alto cargo de Hizbulá asesinado en septiembre por Israel.

Offer of an Al-Ahed league title to Nabil Qaouk, a senior Hezbollah official assassinated in September by Israel. / ITIC

La amenaza de una invasión terrestre no ha hecho más que estrechar los lazos entre las partes comentadas. Se han vuelto a ver imágenes como la de lanzacohetes en puestos avanzados que ondean la bandera del Al-Ahed, algo que también ha pasado en Ucrania, donde un grupo importante de ultras asumieron la responsabilidad de irse al frente. En la celebración de la AFC Cup de 2019, el amarillo cubrió Beirut y los símbolos de Hizbulá y el conjunto ganador se mezclaron con naturalidad.

Israel apunta otras conexiones, como la de Al-Manar TV, que fue patrocinador del club, y se considera el principal medio de comunicación de la organización paramilitar. Como último y definitivo vínculo, el ITIC da los nombres de Hassan Ali al-Mussawi y Qassem Ali Shamkha, exjugadores del Al-Ahed y quienes supuestamente habrían muerto en operaciones militares relacionadas con Hizbulá. La propia entidad les habría brindado homenajes en los lugares donde están sus restos. Terroristas para el exterior, pero héroes para una parte de la sociedad libanesa que los percibe como salvaguardias de su integridad territorial y personal.

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