The ‘rebirth’ of Lonzo Ball in the NBA

The ‘rebirth’ of Lonzo Ball in the NBA

Más de 1000 días sin jugar a baloncesto. Casi tres años sin sentirse profesional de la NBA. Este ha sido el infierno por el que ha pasado Lonzo Ball, el que fuera el segundo pick del draft de 2017 y actual jugador de Chicago Bulls, en la mejor liga del mundo hasta la noche del miércoles, cita en la que ‘renació’ de sus gravísimos problemas de lesiones crónicos.

El base estadounidense disputó ante Minnesota Timberwolves sus primeros minutos en la NBA desde el 14 de enero de 2022. Dos temporadas y media en las que Lonzo había sido apartado de aquello que más amaba, el deporte con el que ha crecido desde pequeño y en el que se convirtió en una de las promesas más destacadas del país en UCLA.

Un regreso histórico

El United Center de Chicago se vistió de gala para poner punto y final al oscuro capítulo en la vida de un Ball que vuelve a sonreír como deportista. Entró como suplente de Josh Giddey a los seis minutos de primer cuarto ante un pabellón que se puso de pie para recibirlo de nuevo. Lo habían echado (mucho) de menos y se notaba en el ambiente.

Su inmediato regreso no pudo ser mejor: Lonzo metió un triple desde la esquina en su primer contacto con el balón a los 30 segundos de ingresar y se fue a los 10 puntos en los 15 minutos totales que disputó. Lanzó un buen 4/6 en tiros de campo y sus Bulls ganaron a Minnesota por 125-123. Mejor, imposible. Se le vio ágil y habilidoso, teniendo en cuenta el tiempo que acumulaba inactivo.

Tres operaciones por dolor crónico

El calvario por el que ha pasado el californiano es de película. Todo empezó con un dolor muy agudo en su rodilla que, a los 24 años de edad, le imposibilitaba jugar de forma regular en una liga tan exigente como la NBA. En enero de 2022 sufrió una rotura de menisco pero, tras su posterior intervención y vuelta a las canchas, seguía con las mismas sensaciones. Al finalizar el curso se sometió a una cirugía artoscópica que tampoco ‘limpió’ su zona de dolor. Empezaba esto a enquistarse algo que, a priori, no debía traer tantas complicaciones. Fue descartado también para toda la temporada 22/23 y unos meses más tarde salió a la luz que el jugador había perdido por completo el cartílago de su rodilla izquierda. Necesitaba un trasplante. Por suerte, encontró un donante, aunque tampoco se visitó de corto ni un solo partido para disputar la campaña 23/24. Tras un duro trabajo físico y mental, Lonzo recuperó las ganas de sentirse de nuevo jugador de la NBA.

Lonzo Ball, con los Chicago Bulls / NBA

Aún le queda camino por recorrer y deberá adaptarse a su ‘nuevo’ físico, aunque su regreso a la NBA de forma oficial supone un soplo de aire fresco para un chico que se llegó incluso a plantearse una posible retirada. “No lo sentí en absoluto. Sentí que me movía muy bien. Así que ahora solo  se trata de construir. Seguir haciéndolo noche tras noche” dijo Lonzo tras disputar sus primeros minutos en 34 meses. «Sí, voy a jugar el viernes seguro. Así que espero poder dar el mismo esfuerzo» dijo en referencia al último partido que Bullls jugará de pretemporada ante Cavaliers.

Recordemos que Lonzo arrancó su carrera en Lakers y más tarde vivió grandes días en Pelicans y por último Chicago como uno de los exteriores más superdotados en la visión de juego. Ball se esforzó mucho en convertir una mecánica de tiro poco ortodoxa en un lanzamiento de tres fiable. Pasó del 30% como rookie al 42% en su última temporada en Bulls en la 22/23, un año en el que, antes de los problemas de lesión, marchaba promediando 13.0 puntos y 5.1 asistencias.

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