Siguen a ambas orillas del Potomac mosqueados por los arbitrajes sufridos en La Rosaleda y el Martínez Valero. Nadie se libra de las iras de azules y rojiblancos, ni el árbitro de campo ni los ojos de águila que manejan en VAR. Bien podrían en ambas orillas hacer propio el discurso de Joan Laporta, sí, ese que asegura que Hansi Flick es la reencarnación de, nada menos, amiguinas y amiguinos, que Johan Cruyff. “Johan, manifiéstate”, cuentan que le dice Joan a Hansi cuando se cruzan por los pasillos. “Cuarto milenio” en color azul y grana.
Pero a lo que íbamos. El presidente culé afirma que la caverna, la central lechera, saca a bailar el “caso Negreira”, ese en el que (siempre supuestamente) untaron con mantequilla de la buena los dos lados de la tostada de vicepresidente de los árbitros, cuando las cosas les van bien en el campo. Así que, queridos azules y rojiblancos, los árbitros nos dan cera cuando todo marcha hacia el estrellato.
Aunque mejor centrarse en lo que depende de uno, que no es más que el trabajo diario y sumar puntos. Tampoco hay tiempo para mucho más cuando llegan los partidos intersemanales. En la casa azul, por ejemplo, ya tienen por Oviedo al Mirandés, al que se enfrentarán los carbayones en busca de seguir con la media inglesa. ¿Habrá muchas rotaciones? ¿Jugará Paraschiv, el doble de Djuka? ¿Alineará Calleja a Masca como punta punta y no caído a banda? La solución, en breve. Más tiempo tendrá el Sporting, que el jueves se medirá al Huesca. Toca apelar al hermanamiento con las benditas almas que habitan en la grada de El Molinón. Lo demás, disparos al aire, ¿oyisti, güey?
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