“La lesión (en el músculo semitendinoso de la pierna derecha) le frenó cuando mejor estaba, cuando en pretemporada ya había demostrado de lo que es capaz, y apuntaba a ser importante en el comienzo de Liga. Venía con ritmo de la Copa América y estaba con ganas. Ahora lo que necesita es tiempo, confianza y jugar con continuidad”, recalcan en el entorno de Jordy Caicedo, autor el pasado jueves de un gol con un valor inmenso. Para el equipo, porque allanó el camino del triunfo frente a un equipo molesto como es la Sociedad Deportiva Huesca de Antonio Hidalgo, obligada a virar en su plan de partido enseguida, a los cinco minutos.
Y, sobre todo, un tanto importante para él, necesitado de alegrías tras semanas complicadas. El “Toro”, como le bautizó con cariño su entrenador, Rubén Albés, cuando esta fuerza de la naturaleza, que supera los 187 centímetros, muy musculado, llegó a sumar 3 goles en pretemporada, necesitaba de un pequeño empujón para comenzar a aportar todo lo que esperan de él tanto en el club como en los cargos más altos de Orlegi Sports. “Puede ser un gran jugador para la categoría”, le ensalzó en sala de prensa Albés. “Es una bestia. Muy potente, rápido y fuerte”, recalca Isaac Cofie, ex jugador del Sporting, y compañero del ahora delantero rojiblanco en el Sivasspor de Turquía.
La dirección del grupo mexicano trasladó desde Guadalajara a Gijón a este poderosísimo delantero, de 26 años e internacional absoluto por una selección competitiva como es Ecuador, tras una etapa con altos y bajos en el Atlas. Sus números, sin ser destacados, no eran tampoco malos: en la entidad rojinegra marcó 7 goles en 28 partidos. Pero estuvo lejos de las expectativas que tenían en su potencial los mandamases deportivos del grupo, que apostaron fuerte por el delantero dentro de la operación para traspasar a Juan Brunetta del Santos Laguna al Tigres –el equipo de Nuevo León llegó a pagar 2,5 millones de euros por su fichaje–.
Conscientes de que ni Djuka ni Caicedo estaban dando el nivel esperado, la dirección de Orlegi Sports planteó un canje entre dos de sus jugadores. Llevó a Djurdjevic al Atlas, y acercó a Caicedo al Sporting con el objetivo de que ambos jugadores recuperasen su mejor fútbol en otros entornos. Los responsables deportivos de la organización están convencidos de que el ahora dorsal 16 del club rojiblanco tiene todas las condiciones para ser muy importante para la categoría. Fue una apuesta de grupo, más allá del banquillo. La apuesta fue tan grande que ni siquiera se trabajó en el fichaje de otro “9” al entender que con Caicedo y Otero, además de Campuzano, la demarcación estaba de sobra cubierta, más aún para el fútbol de Albés, muy dinámico, y donde los atacantes aparecen por dentro y por fuera.
Chico un punto tímido, muy religioso, noble, muy profesional, Caicedo ha sufrido el peaje de la adaptación a una competición muy táctica como es Segunda División, donde no abundan los espacios para correr, su hábitat. Ahora busca su momento.
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