Desde que entraron en el mundo del deporte, y más en concreto en el del fútbol, Mark Fenwick y Javier Iribarren tuvieron claro el camino. “Siempre buscamos hacer cosas muy impactantes y novedosas”, defiende el arquitecto, nacido en Inglaterra pero afincado desde hace cuatro décadas en España, donde fundó junto a su socio el estudio Fenwick Iribarren Architects. Decenas de estadios diseñados desde 2009 acreditan una forma de trabajar que alcanzó su culmen con una rupturista apuesta de uno de los tres campos que les fueron encargados para el Mundial de Qatar.
En esa búsqueda de la innovación y del rupturismo surgió una idea que acaparó los focos de expertos y curiosos del fútbol, convirtiéndose en el estadio más llamativo de los ocho que se construyeron para la cita mundialista. Un estadio, en palabras poco técnicas, de quita y pon. Formado por 974 contenedores, de ahí su nombre, toda su estructura puede ser desmontada y recompuesta en otro lugar de forma íntegra o por partes para levantar varios recintos más pequeños.
“En pleno concurso para optar a ser los elegidos pensamos que en Qatar no hacía falta otro estadio permanente. Nos acordamos de los conocidos como ‘elefantes blancos’ de Johannesburgo tras el Mundial de Sudáfrica, eso grandes estadios que no han tenido uso tras su primer cometido y se han quedado abandonados. Porque al final, construir un estadio es costoso, pero aún más caro es mantenerlo”, recuerda Fenwick, que remomora con cariño cómo surgió la idea.
“Teníamos un Toys R Us, y compramos una caja grande de Lego. Y ahí es donde empezó todo. Con una caja de Lego y juntando colores”, explica el arquitecto sobre unas piezas de juguetes que sirvieron para replicar, en un primer esbozo, los 974 contenedores que conforman el estadio y a su vez cumplen diversas funciones en el exterior y el interior del recinto. Muy similares a los que se cargan habitualmente en los puertos, se pueden ver desde el exterior, haciendo la función de lo que sería la fachada.
Camino de la mudanza
“La idea era hacer algo nunca hecho. Y además en una Copa del Mundo, es una plataforma… Claro, es un escaparate bestial. Un escaparate al mundo”, explica Fenwick sobre una construcción novedosa, única en el mundo hasta ahora, que tiene los días contados en Doha. Ubicada en el distrito de Ras Abu Aboud, albergó varios partidos de la fase de grupos de la cita mundialista y uno de octavos, el Brasil-Corea. Y ahora, “en breve” según afirma el arquitecto en conversación con este periódico, cambiará de país.