–Escribe en un papel lo que has hecho y no pienses que eres tú.
Marcial Romero ha percibido que Laura Vázquez, su discípula, flaquea. Las dudas están parasitando a la judoka viguesa. La siente mortecina, suspicaz ante el espejo. No se entrena con la tenacidad que la caracteriza. No compite con la misma convicción. A comienzos de octubre, en la European Cup de Málaga, que no reparte puntos para el ranking pero que la Federación Española escruta con interés, la viguesa ha combatido «fatal». Marcial, su eterno tutor del FAMU, le insiste:
–Escríbelo.
Y Laura, como si enumerase el palmarés de una extraña, consigna: subcampeona cadete de Europa, tercera en los Juegos Olímpicos Cadetes, subcampeona mundial júnior y campeona absoluta de España en 2021, campeona europea júnior en 2022, campeona europea sub 23 en 2023... Añade incluso sus dos premios como mejor deportista de Vigo, que Marcial solo disfrutó vicariamente una vez a través de su hermano, Miguel, cuando ambos estaban en activo. «Es la leche. Todos los años ha conseguido algo», resume. Y la propia Laura, observándose así, desde fuera, como en un viaje astral, despierta de su somnolencia y se recuerda. Esa lista ha resultado apotropaica, mágica, propiciando el bien. Campeona de Europa sub 23 en 2024. Es lo que hoy ya puede añadir como coda, siempre provisional.
«Hace un mes había tocado fondo», abunda Marcial Romero, testigo directo y rector de sus entrenamientos en el Centro Galego de Tecnificación de Pontevedra. «Fue a partir de Málaga cuando se le encendieron las luces. Se dijo a dónde quería llegar y que así no era. Ha trabajado mucho. Ha confiado más en ella».
El clic mental no justifica por sí mismo la reacción. Se acompaña de una rutina y se retroalimenta de su efecto. Laura acude al Abierto de Sarajevo y queda subcampeona. «Dos combates muy buenos y una final no tan buena. Se veía que aún estaba en proceso de recuperación», describe su entrenador. Prosigue con el Abierto de Roma, que es donde cuaja: «Quedó campeona. Cometió errores pero luchó y esa fue la clave. Compitió siendo ella, concentrada, sin conceder oportunidades».
Ese judo dinámico y propositivo, «de pie y de suelo, arriba y abajo», es el que distingue a la olívica, que precisamente por eso necesita una fe que la sostenga. Y con ella restañada e impoluta viaja a la localidad polaca de Pila; a ese Europeo Sub 23 en el que defiende corona. Si las rivales anhelaban a una Laura frágil, pronto se desesperanzan. La georgiana Gvantsa Mtchedlishvili, la italiana Carlotta Avanzatto y la rumana Florentina Ivanescu caen a su merced. Aguarda la belga Alessia Corrao, su verdugo en el Europeo cadete de 2019, también celebrado en Polonia. El ciclo de la redención se completa. Laura vence con su técnica favorita, el Uchi-Mata, un barrido interior al muslo, que Corrao le conoce y puede contrarrestar; precisamente por ello impredecible y prueba de su renacida seguridad. El Ippon clausura la final cuando aún faltan dos minutos.
«Laura podía sufrir la presión y ha estado brillante. Estoy muy contento por ella. Ya está convencida», festeja Marcial. «Si quiere ser alguien en el judo, tiene que mantener la sensación de que las demás lo van a tener muy difícil si está al cien por cien. Eso es más importante que los resultados».
La joven, en su análisis, destaca como clave «la estrategia» diseñada junto a su entrenador, recurriendo a la sorpresa, incluso a la sorpresa de lo obvio, en ese juego de engaños y amagos que se ejecuta sobre el tatami. «Gané por eso. Todas nos conocíamos y sabíamos muy bien qué hacían las demás». A Laura, quizá porque se ha asomado al miedo, no se le mustia la alegría en el encadenamiento de los éxitos. «El oro es la aspiración de todos los deportistas. Este año me ha hecho más ilusión».
Antes de que concluya este 2024, el 30 de este mes, resta el Campeonato de España absoluto, que Marcial se plantea «con la idea de seguir en esta línea. Ella ya ha cumplido. Se trata simplemente de continuar». Laura revela: «Voy con ganas. Estas últimas competiciones me han ayudado a reforzarme. Espero hacerlo bien, pelear por medalla y quitarme la espina de 2023, cuando quedé quinta».
No han conversado aún sobre 2025, aunque la etapa sub 23 se ha dado por concluida a sus 22 años. Sus resultados en Roma y Sarajevo le han garantizado el billete para el próximo Europeo absoluto, en abril o mayo. Marcial está pendiente de que la Federación Española le marque un recorrido en Gran Slam y Grand Prix, si es que no conceden autonomía para escoger itinerario. «Laura está rompiendo barreras. El objetivo está claro y eso ayuda mucho», asegura. Los Angeles 2028 se erige como horizonte soñado. «Queda lejos. Se trabaja para dentro de cuatro años, pero día a día. Si ella crece por donde ahora, todo resultará más fácil». Laura acepta el diagnóstico de su maestro. Lo repite sin haberlo oído. «Lucho cada día por poder estar en unos Juegos. París no pudo ser. Creo que no era mi momento. Ahora tengo cuatro largos años para prepararme. Todo lo que voy haciendo suma poco a poco». La lista sigue abierta.